LAS ACUSACIONES A LA “PROTECCIÓN CIVIL” son cada día más frecuentes. La expectativa que la sociedad tiene sobre los organismos de la “protección civil” no corresponde con las capacidades reales. Se espera que tales organismos eviten daños y pérdidas de vidas, bienes, medios de vida, entorno, afectos, gobernabilidad, etcétera; frente a todo tipo de peligros naturales y humanos. Los hechos nos demuestran que, hoy en día, no es factible cumplir con esa expectativa.
El interés que muchas autoridades dan al tema es mínimo: según el Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Delegacionales 2013, tan sólo 1,296 ayuntamientos tienen Comisión de Protección Civil, el 52%. Es decir, casi a la mitad de los municipios no les importa. Y ni hablar de los escasos recursos asignados a sueldos, capacitación, equipos y operación. En muchos casos la “protección civil” es un escritorio ocupado por un compadre del presidente y nada más.
Pero, sin minimizar lo antes dicho, habría que preguntarnos si la expectativa, por sí misma, es correcta, es decir: ¿Hasta dónde la sociedad debe ser cuidada y en qué medida debe auto cuidarse? Cuando sucede un accidente automovilístico –generalmente- primero se analiza la responsabilidad del conductor, nadie dice ¿dónde estaban los agentes de tránsito? Ni se dice: ¡metan a la cárcel a quien emitió la licencia del conductor!
Finalmente, me parece muy rápida la manera en la que últimamente la “protección civil” ha pasado de ser héroe a villano. Y cómo la sociedad ha comenzado a disfrutar el espectáculo de linchar públicamente a la “protección civil” en salsa de tragedia.
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